miércoles, 12 de octubre de 2011

El arbol de la vida. Arte o tomadura de pelo.


No pude resistirme a ver con mis propios ojos esta película, y juzgar por mí mismo si tienen razón todos aquellos que se han salido al cuarto de hora de comenzar en todas las salas donde se ha estrenado. Me armé de valor, y fui a verla.

No puede uno negar que estaba avisado de que la peli que iba a ver no era para nada tradicional. Han sido abundantes los avisos y no creo que nadie se meta en la sala despistado esperando ver "la última de Brad Pitt".

Os repetiré aquí lo de sobra conocido y comentado sobre la película. Se trata de la historia de una familia estadounidense de los años cincuenta formada por un padre autoritario y una madre bondadosa que crian tres hijos. Bueno, más bien son retazos y pasajes de esa vida, mezclados con imágenes referentes al comienzo de la vida en el planeta, o simplemente bellas, aderezadas de música cantada por coros, igualmente bella. O algo así. Lo cierto es que yo todo esto ya lo sabía, y me metí al cine con la mente abierta dispuesto a sumergirme en otro modo de ver una peli. Venga Javi, tú puedes, me dije.

Lo cierto es que ya sabéis que el tema de las relaciones padre-hijo me emocionan especialmente, y además está Brad Pitt, del que soy fan confeso. Había oido a algunos críticos que esa relación del padre Pitt con su hijo era especialmente bella, así que, sabiendo que probablemente apostaba por un fiasco, existía la posibilidad de que la peli me gustase. De hecho, en todos los sitios donde ha sido presentada no ha habido punto medio, o la abucheaban, o la defendían emocionados.


Bueno, pues no ha habido suerte. La peli no me ha gustado. No me dice nada esa relación entre padre e hijo, porque está dentro de un sufflé de imágenes inconexas, voces en off, músicas celestiales y reflexiones místicas que no entiendo. Uno puede coger una pizca de aquí y otra de allá, y decir, esto está bien, o es muy bonito, pero yo no veo conexión ninguna al conjunto. Y me parece que una cierta conexión tendría que tener el asunto si quiere decirnos algo. Algo tan extraño para mí deja de ser cercano o creíble, y por lo tanto, emocionarme.

Entiendo que pueda haber gente a la que le llegue la peli, pero yo desde luego no estoy entre ellos. Yo y el noventa y cinco por ciento de la población mundial, creo. Me queda la duda de si Terrence Malick se cree lo que hace y es una artista, o se rie de todo el mundo y juega al traje del emperador. Pero está claro que o lo uno o lo otro.

En fin. No hubo suerte para mí. Quizás otro la tenga. Avisado estás, de todos modos.

1 comentario:

  1. Con esta ya son dos las pelis que no pienso ir a ver tras leer vuestras críticas en este foro de Cinefilias (la otra era la de Almodovar).
    Y la verdad es que inicialmente tenía intención de ver ambas, pero ya veis...
    Por lo que cuentas de esta, más me huelo yo que sea una vacilada del director que un auténtico ejercicio de sabiduría y buen cine, aunque sin verla no debería criticarla.

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